Considerando que toda edificación, obra civil e instalaciones en general, tienen que reunir las condiciones mínimas de seguridad, comodidad, higiene y bienestar, en especial las dedicadas a sitios de reunión pública y trabajo en general; y que la vigilancia y el mantenimiento que debe darse a cada edificación, coliga a los edificios públicos y privados a adoptar medidas preventivas desde su construcción, para su evacuación y mitigación en casos de fenómenos fortuitos como los incendios, surge la necesidad de comprender cuál es el alcance de contar con una clara estructura que defina la protección contra incendio en función del riesgo que presenta cada edificio en particular llegando a soluciones que permitan una adecuación sin perjuicio de la seguridad.

La protección contra incendios comprende el conjunto de reglamentaciones y normas destinadas a evitar estos siniestros; y abarca desde el uso del edificio hasta las condiciones de construcción, situación, instalación y equipamiento que deben  observarse; conceptos que se hacen extensivos a usos que no sean los de un edificio en la medida que estos lo requieran.

Los objetivos que se persiguen con estas disposiciones, son:

  • Que el incendio no se produzca.
  • Si se produce, que quede asegurada la evacuación de las personas.
  • Que se evite la propagación del fuego y los efectos de los gases tóxicos.
  • Que se faciliten las tareas del ataque al fuego y su extinción.
  • Que como consecuencia del siniestro, no se originen daños estructurales irreparables.